lunes, 29 de octubre de 2012

Argo

"Argo" confirma a Ben Affleck como director a tener muy en cuenta.


Como ejercicio de suspenso es sólida y aplicada. Como película de género, apunta al thriller “documentado”, más que al docudrama. Como recreación del cine de los setenta, es meticulosa y evoca los thrillers paranoicos de Pollack y Pakula, a los que sigue hasta en sus estilemas (como algunos paneos aéreos, focales largas y zooms de acercamiento)

Como película de personajes, destaca los de John Goodman y Alan Arkin, formidables ambos con su humor de viejos desengañados.

El diálogo entre Affleck y Arkin sobre sus familias y las mentiras de la industria del cine que manchan la piel como carbón es de antología. Impone un sereno equilibrio en medio de la alucinada estrategia que se gesta. Ellos son, además, individualistas irreductibles. El que “ya fue” en Hollywood, y el que se enfrentará al sistema. El que cree que Groucho dijo que la historia se actúa como comedia y, luego, como tragedia. Y el que se encarga de representarla como las dos formas a la vez.

Pero lo más interesante de “Argo” es su elogio de la ficción. La narración más estrafalaria, el género más cutre, la serie B más barata, la representación más basta sale al atajo y cambia el estado de las cosas.

En un mundo de buenos y malos, de héroes y villanos, de fundamentalistas y agentes de la CIA, el pelotón de segunda línea de un Hollywood de cartón piedra y pura fachada convierte las mentiras en verdades.

Ricardo Bedoya

1 comentario:

Gustavo Herrera dijo...

Efectivamente, la ficción más ramplona salva la realidad y es el verdadero héroe de la película. También es notable el clima de tensión logrado a lo Pakula. Pero, más allá de eso, al final me queda la sensación de una película plana, con el gran cliché del hombre ordinario que no puede mantener unida a su familia pero puede ser héroe por su país, y fácilmente olvidable.