lunes, 17 de septiembre de 2012

Revisionismo y memoria selectiva

La teta asustada
Creo que los argumentos de Emilio desbaratan el intento "revisionista" de negar lo que es patente. Los títulos de las películas realizadas en las décadas de los años ochenta y noventa hablan por sí solas.

Pero lo que llama la atención en el artículo de Martha Meier no solo es su flagrante desconocimiento del pasado, sino algunos sintomáticos silencios de ese presente del cine peruano que dice valorar.

Silencios llamativos en un artículo que destaca los méritos de una nueva generación que "está completando el canon cinematográfico nacional con obras que tienden finalmente un pùente entre la cinematografía, la memoria del terrorismo y cómo afectó al Perú...", según escribe.

Silencio absoluto sobre dos películas que, tratando el asunto, de modo directo o indirecto, mayor relieve han tenido en festivales internacionales.

Ni palabra sobre "La teta asustada", de Claudia Llosa, que describe la trayectoria de una joven que hereda una patología singular producto de la violencia a la que fue sometida su madre por un destacamento militar.

Ni una mención a "Días de santiago", retrato de un licenciado del Ejército, veterano de la lucha contra Sendero y en el Cenepa, abandonado a su suerte en una ciudad que ve como prolongación del campo de batalla.

De esas películas, que ofrecen visiones complejas, críticas, poco institucionales, que propician también el debate sobre los derechos humanos, entre muchos otros... nada, ni una palabra.

Omisiones selectivas y oportunas.


Ricardo Bedoya

1 comentario:

Nowhereman dijo...

Encontrar una visión referencial-objetiva de la producción cinematográfica nacional que abordó la violencia del terrorismo a través de un artículo escrito por Martha Meier, puede resultar tan pueril y delirante como leer una columna escrita por Aldo Mariátegui incentivando a la SUNAT el cobro de los millones que sus jefes le deben al Estado, ver a Rafael Rey y José Barba dedicándole su programa televisivo a expresar disculpas públicas a la Comisión de la Verdad o escuchar a Lourdes Alcorta y Cecilia Blume denunciando al alimón la contaminación tóxica que padecen miles de peruanos como consecuencia de la extracción minera.

Por favor. Basta leer este extracto de lo escrito por Emilio Bustamante para entender a cabalidad el pensamiento Meier:
“…cuando los cineastas mayores trataron la violencia terrorista lo hicieron “superficial y aisladamente” y menciona a Francisco Lombardi quien en La boca del lobo habría hecho “de las Fuerzas Armadas los villanos”

¿Considera Meier que en “La Boca del Lobo” los militares son retratados como villanos? Para quienes conocemos la película y entendimos a cabalidad su mensaje: ¿no evidencia una afirmación como ésta su desesperado intento por deformar el contenido de dicha obra para que muchos jóvenes que no la han visto lo hagan con un marcado y tendencioso prejuicio?

Una fujimorista convicta y confesa se anima un mal día a escribir sobre cine nacional -algo que nunca antes hizo- y cree que por hacerlo en el diario decano, nadie se atreverá a decirle sus verdades. Lo grotesco pero a la vez revelador del asunto es que se expresa tal y como están acostumbrados hacerlo sus pares fujimoristas, es decir, lo hace con dolo. Porque mentir intencionalmente es actuar con dolo, enredar conceptos desinformando con desparpajo es actuar con alevosía. Meier omite con intención citar dos películas fundamentales en la historia reciente del cine nacional pero a la vez alaba a las “nuevas generaciones”. Dice que los “mayores” abordaron el tema con superficialidad pero arremete contra dos clásicos del género como son “La Boca del Lobo” y “Coraje”.

“Es la valentía de una nueva generación que narra lo que los mayores olvidaron contar” pontifica Meier ninguneando dictatorialmente la misma valentía que evidenciaron producciones nacionales de los ochentas y noventas. Desde sus etéreas alturas dominicales-culturales halaga la producción cinematográfica actual pero lo hace inyectándole a su comentario un revisionismo travestido que busca fomentar el olvido y el escarnio intelectual de algunos frente a la sistemática violación de los Derechos Humanos de parte de deshonrosos militares que hace rato fueron detectados con nombre y apellido. Es decir, al referirse puntualmente a la película de Lombardi, quiere negar el mensaje central de la cinta (los abusos militares) como si con ello pudiera lavar todos los crímenes de Estado que se cometieron y que justamente inspiraron –para su disgusto- a dicho cineasta para plasmar una historia que en mi atrevida opinión es hasta el día de hoy la mejor producción realizada por un cineasta nacional.

No citar dos películas referentes del cine actual como “La teta asustada” o “Días de Santiago” (que coincidentemente abordan los deterioros producidos en la sociedad por el militarismo abusador de los ochentas y noventas) son en efecto omisiones selectivas y oportunas. Permítaseme agregar que además son descaradas manipulaciones que tratan de imponer al caballazo y como sea una mentalidad, una orientación política en asuntos netamente artísticos. Que vergüenza. Por este despropósito deberían sacar a Meier de la dirección del histórico Dominical. Pero profundizar en ello, resulta ser guión para otra película, no para este blog.