viernes, 24 de febrero de 2012

Notas breves sobre algunas películas del Festival de Cine Digital

Tren Paraguay


Acicalada, filmada con un esmero que roza el empalago, el documental se vuelca a la nostalgia por una época en la que todo pareció mejor. Felizmente, tiene la cortesía de la brevedad.


Saicomanía 1964-1966

No deja de ser interesante ver a los miembros del famoso grupo musical peruano recordando la época legendaria de los sesenta, de los conciertos matinales y el inicio de la era de los fans. Tampoco es desdeñable escuchar sus testimonios y verlos tocar hoy, ya que no quedan registros fílmicos de entonces. Es el valor de esta película.


Pero los documentales más apasionantes son los que proponen una indagación: se señala el punto de partida y la trayectoria no es más que una suma de tensiones y contradicciones. En "Saicomanía...", en cambio, pesa demasiado la propuesta que se quiere demostrar a rajatabla: "Los saicos" inventaron el punk y no se diga mucho más. Es una verdad tan neta como que la comida peruana es la mejor del mundo... o algo parecido. Es decir, lo que no admite discusión.


Los infectados

Empieza como película de zombies, sigue como filme de resistencia y supervivencia en la montaña, continúa como un relato de paternidad asumida, y luego ... A la media hora, la película pierde la brújula y da igual que vaya de zombis, vampiros, pishtacos o del chupacabras.


Demo

"Demo" es una película limeña de Miguel Vargas Valladares. Dos aciertos: la fluidez y seguridad con la que los actores dicen los diálogos, y un blanco y negro que le da unidad de estilo visual a la película.


Problema: ausencia de puesta en escena cinematográfica, es decir, de capacidad para potenciar la expresividad de los personajes, de sus cuerpos, sus presencias y de los espacios que transitan.


De los problemas de filiación del personaje principal, de su relación con el pasado, de la familia que no abandona, de su relación con la muerte, nos enteramos por la banda sonora porque los hechos se exponen y están sobre explicados en los diálogos, pero la imagen se mantiene fría, ajena, esquiva a cualquier estrategia de aproximación. Y no es que la película proponga mostrar solo superficies, gestos, aboliendo la psicología y las motivaciones, a la manera de los filmes de Ivan Fund, por ejemplo. Nada de eso. Por el contrario. En los diálogos, los personajes se la pasan definiéndose a sí mismos. Pero esa confidencialidad no se convierte en acción, en fluencia, en drama.


La risa y Hoy no tuve miedo

Iván Fund quiere dar forma a lo que está en los intersticios; busca mostrar lo que se halla en los momentos de espera, o lo que ocurre cuando ya sucedieron las cosas importantes, o lo que se encuentra así, de repente, de un vistazo, al dar un giro casual a la mirada. Pero para hacerlo no se ubica en el punto de vista del testigo lejano, sino del observador próximo y participante, incluso del intruso que acosa, acecha, provoca y motiva los hechos con su presencia.


Su cámara no asume el punto de vista de la mosca en la pared, sino la del personaje que se suma a la acción y la aviva, como en "La risa", que multiplica los primeros planos en un ejercicio de encierro y tránsito que recuerda, en una clave mucho más agobiante y menos lograda, las resacas de algunos filmes de Cassavetes.


"Hoy no tuve miedo" es más ambiciosa y más desequilibrada que "La risa", pero también más atractiva. Salta con seguridad de una película a su revés; del retrato de la vida provinciana a los detalles de la intimidad de las amistades femeninas; de la historia casi secreta de un padre buscado al cuadro grupal de un equipo de rodaje que se junta y celebra; de la celebración paisajista de un lugar -la provincia de Entre Ríos- a la fragilidad de los sentimientos de las muchachas de la primera película de las dos que conforman "Hoy no tuve miedo".


En estas películas, como en "Los labios"- que dirigió junto con Santiago Loza- Iván Fund muestra sentido de la observación; talento para sumergir lo dramático y mostrar el costado terso pero inquietante de las cosas; notable dirección de actores; capacidad para abolir las diferencias entre documental y ficción; pero lo más importante, sensibilidad para convertir las películas en trayectorias temporales, en periplos físicos, en procesos en las que vamos cambiando de humores y temperamentos, inducidos por las películas mismas, y donde la ternura a veces no excluye la irritación y hasta la exasperación, como ocurre en "La risa".


Estas películas de Fund, junto con "Efectos especiales" son, de lejos, lo mejor que vi hasta hoy en el Festival.


Ricardo Bedoya

1 comentario:

Miguel Vargas dijo...

Sr. Bedoya, le escribo para saludarlo y agradecerle el que se haya tomado un tiempo para escribir unas líneas sobre mi película. Para mí el simple hecho de estar en la competencia del FIACID fue suficiente, una grata experiencia. De nuevo, repito, reitero, muchas gracias.