martes, 12 de julio de 2011

Carlos



“Carlos”, de Olivier Assayas, se abre hacia varias líneas de interés. Es el retrato de un personaje complejo en sus facetas de “revolucionario internacionalista”, figura mediática, asesino sin escrúpulos, seductor narcisista, mercenario, paria de la revolución fracasada y hombre derrotado. Pero es también la crónica de los “años de plomo”, esos ensangrentados años setenta que ahora suscitan la reflexión de directores como el italiano Bellocchio o el japonés Koji Wakamatsu, que han auscultado la cara siniestra de las utopías revolucionarias en sus respectivos países en cintas como “Buenos días, noche” y “United Red Army”.

Y no sólo eso. “Carlos” es también un apasionante “thriller”, de amplitud global, filmado con energía y a toda velocidad. Las secuencias de acción se ofrecen en planos secuencias y con la cámara sobre el hombro del operador: son coreografías de una sequedad y precisión extraordinarias.



Olivier Assayas es realizador de películas intimistas, emotivas, crispadas en la observación de los afectos, pero también de ficciones dislocadas que buscan dar cuenta de los flujos e imaginarios de la mundialización, como en "Irma Vep" y "Boarding Gate". Aquí apuesta a la narración amplia y clásica, de alcance planetario. Echa mano a las reglas de varios géneros: la intriga criminal, la ficción documentada, el “docudrama”, el relato biográfico y la “ficción de izquierda” a la manera de los italianos Rosi, Damiani o Petri en los años sesenta y setenta. Assayas es el “auteur” de "arte y ensayo" que acepta un encargo de la televisión y logra una cinta notable.



La edición reducida de "Carlos" resulta menos compleja y apasionante que la versión televisiva que dura cinco horas y media.


Ricardo Bedoya

1 comentario:

víctor Hugo dijo...

Recomindo que vean la versión larga que van a pasar por el cable.