lunes, 23 de junio de 2008

Todo es por amor, de Thomas Vinterberg


Morir de Amor

El hombre; criatura inconforme. Siempre cuestionándose su pasado, quejándose por su presente y temiendo su futuro. Tres espacios distintos que muy a pesar ha sabido dominar, está aprendiendo a dominar, pero ¿podrá dominarlo? Todo es por amor (2003), es una respuesta tajante de Thomas Vinterberg sobre que será del mundo, que será del hombre, que será del amor.

En el año 2021, John, un hombre de negocios, y Elena, una reconocida patinadora, desean reencontrarse luego de un año de separación con el fin de dar por terminado su estado matrimonial. Ambos personajes, rodeados de falsos individuos, de residuos extraños a su realidad, reavivaran sus sentimientos que en un pasado fueron truncados por su misma rutina. El amor entre estos dos personajes en medio de un mundo caótico, ajeno a lo puramente humano, hará cada vez más extraño esta trama sobre estos dos personajes ajenos a su realidad, en la que la gente muere de amor, padece ante la naturaleza y su naturaleza, deshumanizándose más y más.

Es difícil dar credibilidad a este guión que prácticamente desborda las leyes de la verosimilitud. Si bien podemos tomar a Thomas Vinterberg como un director que arremete a las leyes o dogmas del cine, esta vez su alto contenido ficcional ha desvirtuado en cierto aspecto el grado de credibilidad, no por el hecho de crear todo un caos cósmico que rodea a sus personajes, sino más bien por crear en el espectador cierta incertidumbre sobre el futuro. Como consecuencia, esto ocasiona un opacamiento de lo que podría ser (según el título y la trama principal) su tesis central; sobre la problemática del amor. Las dos temáticas son definitivamente interesantes (en el problema de la naturaleza ya podríamos darnos por enterado de ello en Una verdad incómoda de Al Gore), eso es innegable, pero tanto el problema de la naturaleza y del amor presentados en esta trama poseen un gesto forzado. Podríamos decir que no existe una convivencia de temas, algo que tanto el director como el guionista no han sabido reconciliar.

Definitivamente la propuesta de Vinterberg puede ser algo disparatada: nevadas en época de verano, ugandeses por los aires, gente que desfallece por falta de amor. Ante todo es la propuesta del director, por lo tanto es factible, y esta de por sí ya es respetable pues puede ser sostenida desde su misma realidad. Frente a una exageración, es obvio que Vinterberg no solamente crea una voz de protesta sino más bien un alarido en contra de aquellos que quieren mirar las espaldas sin antes haber mirado lo que tienen al frente. Todo un llamado a la conciencia. Para Vinterberg, el hombre es él y su entorno, el cual es muy limitado. Lo que está fuera de ello es poco importante para él, muy a pesar de que tiene acceso a este. Con esto damos por fundamento que existe una deshumanización en el hombre del futuro para Vinterberg. Niños que a diario ven en sus escuelas desplomarse a la gente por falta de amor, noticiarios que a diario retratan a la naturaleza en violencia y sus víctimas. Todo es por amor nos retrata un mundo fuera de control, decadente y con vistas a un futuro no muy lejano a su extinción.

Hacer una comparación con La celebración, anterior película de Thomas Vinterberg, es ver un mundo al revés. Si un día Thomas Vinterberg le dijo a Hollywood “un cine sin dogmas”, ahora le dedica esta frase al Dogma 95. Todo es por amor es una película que no es ajena a los efectos especiales, a los efectos de luces, los efectos sonoros, el maquillaje, un vestuario planeado, etc. Los mismos actores, altamente reconocidos. Vinterberg toma un nuevo dogma muy contrario al que perteneció, todo un mundo al revés como su misma trama. Algo francamente inoportuno es la presencia de los actores. Un Joaquin Phoenix más que personificado es retratado y un Sean Penn que más bien debía haber sido descartado de aquel papel imperceptible, ajeno a su nivel.

Mediante esta acción Vinterberg o bien pudo haber puesto en claro su auto exilio del Dogma 95 o pudo haber hecho una elección desesperada, pero definitivamente ello repercute que su cinta sea vista como una experiencia infructuosa.

Sería una buena justificación juzgar esta última película de Thomas Vinterberg tan solo tomándola en cuenta por sí sola y no pensando aún que un día fue miembro de un canon revolucionario dentro de la historia del cine. De todas formas, no podemos negar que Todo es por amor no deja de ser una película curiosa e interesante, o solo al menos hasta que salga el siguiente trabajo de este director (Dear Wendy - 2005). Solo esperamos que no llegue esta vez un poquito tan tarde.

Carlos Esquives

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuando la técnica, las ideas y las "genialidades" formales se olvidan de la historia o sacrifican el argumento, y además nos obligan a aceptar la inverosimilitud o al menos la falta de sentido sin una buena razón estética, pues resulta esta película: un curioso fuego fatuo que termina como los protagonistas: tapados por la nieve. Una pena darle este tipo de recursos a experimentos tan curiosos como prescindibles.